9/15/2020

¿Veo y me confundo?

Tal vez debería pensar en estos momentos sobre lo que es la independencia para un país como México, uno en que la historia oficial dejó de lado mitos unificadores para crear narrativas cuyas consecuencias son poco deseables por haber pasado al territorio de la mentira y la tergiversación. No le encuentro sentido, a menos que sea considerar con detalle obras que se hayan escrito al respecto, como la de José Antonio Crespo. Será en otra ocasión.

Me intriga, sabiendo que se ha escrito bastante sobre el tema, entender por qué se tiende a no cuestionar aquello que se ofrece como explicación o como interpretación de algo que vemos o vivimos. No tiene por qué ser algo tan complejo como la historia de un país o los mitos que unen a quienes viven en ese territorio. Puede ser tan sencillo como voltear alrededor y ver cómo actúan otras personas. Lo interesante son esos casos en que ocurre algo (tiran al suelo un libro) que es consecuencia de cómo actuó una persona (y deseamos saber por qué lo hizo). A partir de ello se llega con relativa facilidad creer que se sabe por qué ocurrió aquello que se vio. ¿Puede ser tan sencillo?

Vemos a una persona. Parece estar enojada. Su rostro, forma de hablar y movimientos lo demuestran. Debe ser cierto, entonces, que está enojada. ¿Cómo se podría concluir algo diferente? Lo que se ve y los criterios que se relacionan, o que creemos se relacionan, con ese comportamiento corroboran lo que se percibe. Fin del asunto.

Aunque se pueda decir que la curiosidad mató al gato, es necesario aprender a cuestionarnos sobre lo que creemos o lo que aseveramos. A final de cuentas, la curiosidad es parte de lo que nos hace humanos.1 A diario vemos a gente que parece enojada, triste o eufórica. Basta una revisión rápida de algunos detalles para quedar satisfechos con lo que creemos explica su comportamiento.

¿Hemos considerado que puede ser un razonamiento circular? Es posible que gracias a lo que vimos hayamos decidido buscar rasgos que corroboren lo que vimos y no otros rasgos o aquellos que nos haga considerar si lo que creemos es erróneo. ¿Sería posible que creamos tener una explicación cuando en realidad hablamos de algo que no está ocurriendo?2

Si las personas no terminaran siendo etiquetadas, y esas etiquetas no pasaran a ser la persona, estas preguntas podrían parecer irrelevantes u ociosas. No lo son cuando la persona deja de ser una persona y pasa a ser una de sus características percibidas, como tampoco lo son en esas raras ocasiones en que, por seguridad personal y de otras personas, debemos valorar el comportamiento de alguien con un cuchillo o una pistola. Fuera de esos escenarios atípicos para quienes no trabajan en la policía o las fuerzas armadas, ¿no se deciden ascensos, despidos o cartas de recomendación con base en esas percepciones, incluso cuando tests psicológicos muestren algo diferente o más complicado que "una persona que vive enojada"? Es difícil ignorar que lo que se percibe o lo que se escucha sobre alguien termina siendo algo que "crea" a la persona ante otras personas, por débil que sea la evidencia sobre la que se base esa imagen.

Incluso cuando se habla de política se encuentra que el empirismo ramplón sigue vivo, en este caso en la forma del behavioralismo (behavioralism), escuela que inició en Estados Unidos en la década del 30 del siglo pasado.3 Sostiene que sólo se puede hablar de lo que es observable y medible, no de estados mentales, de lo que pasa al interior de la persona.4 No deja de ser interesante y preocupante el que haya gente que se centre únicamente en lo que ve, directa o indirectamente, en la política, en particular las acciones de un actor que considera "poderoso", dejando de lado todas las fuentes adicionales de información que podrían dar un panorama más completo. Con elementos limitados y parciales creen saber lo que sucede, quedando satisfechos por tener una "explicación". No pasa por su mente que ver y observar no son lo mismo, que tener "evidencia" no es algo sencillo de determinar y obtener, y que lo visible en la política es, en muchas ocasiones, lo menos importante.

Regresando al ejemplo del individuo enojado. ¿Cuáles son las diferencias entre enojo y frustración, o entre estas y desesperación? Dado que el lenguaje es tan rico y detallado, y dado que si se revisa la literatura sobre comportamiento se encuentra que existen muchas sutilezas en este,5 ¿por qué se tiene que reducir todo a cuatro principales tipos de comportamiento, como si estuviéramos en la antigüedad?6

Asumamos que en efecto podemos descartar otras explicaciones y que sólo puede ser enojo. ¿Es suficiente? Sí en caso sólo deseemos saber algo muy general sobre la persona. No en caso busquemos entender mejor lo que ocurre. Ese enojo, ¿es con la persona misma, con otro ser vivo, con algo? ¿La persona reacciona así por algo externo o por algo interno a ella? ¿Reacciona de esa manera por algo que consumió? Imaginaría que diferentes profesionales y personas expertas en estos temas serían de gran ayuda para saber qué preguntas plantearnos. Puede parecer extraño esto, pero es parte de tratar de ser objetivo al menos en cuanto a eso que vemos. Y puede ser necesario si tendremos que interactuar con esa persona o al menos para saber que no fue por una percepción errónea que se permitió extenderse que la persona no fue promovida o perdió el trabajo. Sería un pequeño acto de empatía.

Lo más sencillo sería preguntarle si está enojada y si lo está a qué se debe. No es que se trate de resolver un problema, se busque dar consejos o enterarnos acerca de algo personal. Escuchar puede ser lo mejor para esa persona, además de algo que nos ayude a reflexionar sobre nosotros mismos. Es la idea de dialogar. El intervenir de esa forma puede ayudar a conocer a esa persona y a conocernos, y todo porque pusimos en duda si nuestras creencias eran correctas o no, si las sustentaba algo más que las apariencias. Podemos arrepentirnos, es cierto, o podemos desarrollar un lazo siquiera un poco más estrecho con alguien que hasta ese momento podía ser un gran desconocido. 

Existe la frase coloquial de ponerse en los zapatos de otra persona. Desconozco su origen, pero me recuerda a la obra ética de Adam Smith, el filósofo que terminó siendo considerado como el padre de la economía. ¿Cómo debemos comportarnos ante otras personas? Conociendo algo sobre ellas, desarrollando simpatía, que ahora es empatía, viendo el mundo desde su perspectiva.7 No hay recetas o un sistema como el de Kant, sino formas de preguntarnos acerca de nosotros en nuestras relaciones con otras personas. El objetivo es aprender lo que es la empatía y a desarrollarla. Para ello recomienda buscar un "espectador imparcial", un mecanismo para valorar éticamente y otorgar una aprobación moral.8 Ello se logra y facilita hablando con la persona, aunque en el peor de los casos es un ejercicio necesario antes de llegar a conclusiones sobre lo que se ha visto.

En caso no sea posible hablar con la persona entonces habría que considerar diferentes explicaciones a lo que se observa, no asumir que porque parece algo, y se tiene alguna evidencia sobre ello, que ya se tiene una explicación, que se sabe lo que le ocurre a esa persona. No niego, como mencioné antes, que si la persona tiene un cuchillo o una pistola en la mano, o que si actúa en forma violenta (da puñetazos a lo que puede o patea todo a su alrededor), que sea mejor asumir que está enojada (sea lo que sea eso en ese momento), es peligrosa y no es racional. Pero ese no es el punto. Son casos extremos, creo. El problema reside en por qué no nos cuestionamos acerca de lo que creemos y las consecuencias que conlleva el no haber cuestionado nuestras creencias.

Si es sencillo dar un paso atrás y cuestionarse a uno mismo sobre lo que considera explica lo observado, ¿por qué algunas personas, que a veces parecen demasiadas, no lo hacen? Porque no es sencillo tratar de entender, cierto, pero ¿es posible que podamos llegar a ser tan indiferentes o poco curiosos, en especial en esta época de confinamiento? Hasta quienes gozamos de la soledad podemos extrañar el contacto humano, algo que siempre abre las puertas a tratar de entender a al menos otra persona y a nosotros mismos. O es lo que imaginaría.

Los métodos científicos son de gran relevancia en nuestra vida diaria. Lamentablemente, el conocimiento o uso de los mismos no es lo más extendido en el país. Hasta gente con formación académica sólida puede terminar creyendo en la "ley de la atracción", homeopatía, constelaciones y demás, o incluso promover a la comida tradicional mexicana como la solución a todos los problemas de obesidad y en contra de la "comida chatarra".9 Esas personas están alejadas de las mejores formas que existen para conocer lo real, como están alejadas de otras formas serias de análisis, como la filosofía o las ciencias sociales, que ayudan a valorar nuestras acciones (por ello, queda excluida toda filosofía posmodernista o la gente que se atenga a un -ismo o libro).

Adicionalmente, muchas obras de ficción tocan problemas como el que bosquejé, aunque el conocimiento de las mismas tampoco sea generalizado. Es una pena pues se aprende que alguien como Raskolnikov no es meramente un asesino, sino alguien de quien, en su inexistencia, podemos aprender mucho. Hasta hace pensar en cómo habría tomado sus acciones alguien como Jeremy Bentham, defensor de la usura y fundador del utilitarismo. Se puede decir algo sobre personajes como Törless o Keserü.10 La ficción ayuda a entender que siempre hay algo más que lo que se ve, que es necesario buscar más allá de las apariencias y de las interpretaciones sencillas, aunque no sea posible llegar a algo como lo que plantea Smith.11

Tal vez sea por esas limitaciones en cuanto a las capacidades para cuestionarse entre tantas personas que no encuentro mucho sentido a días como este, en que se celebra algo que debería ser analizado y cuestionado. ¿Hay alguna razón para celebrar al país que casi fue inexistente por un siglo y por una realidad que se parece cada vez más a los días de la hegemonía del PRI? ¿Hablar de independencia cuando ignorancia y desconocimiento siguen siendo problemas por resolver? ¿O en qué me equivoco?

Notas

1. Aristóteles parece haber sido el primero en decirlo en forma explícita. Inició la Metafísica aseverando que "Todos los hombres por naturaleza desean saber" (Madrid: Editorial Gredos, 2011), p.71. Sin embargo, se podría alegar que el primer proponente de la investigación como forma de conocimiento, incluso del conocimiento personal, fue Heráclito. Ver, por ejemplo: Mondolfo, Rodolfo: El pensamiento antiguo (Buenos Aires: Editorial Losada, 2004 [1942]), tomo I, pp.53-57; y Abbagnano, Nicolás: Historia de la filosofía (Barcelona: Montaner y Simón, 1978 [1973]), tomo I, pp.17-20.

Las ciencias y muchas manifestaciones del arte, en forma más clara la literatura y la poesía, corroboran que el comportamiento es algo que causa curiosidad y que, de una forma u otra, se buscan explicaciones para ello. Y claro, está el hecho de que los animales mismos son curiosos, así que no se puede ignorar que es cuestión de grado y de forma.

2. Aunque haya círculos en que se rechace la propuesta de Popper sobre el falsacionismo, no deja se ser útil como elemento para aprender a pensar sobre lo que pensamos. El reto no es corroborar lo que creemos, sino buscar evidencia que ponga en duda lo que creemos o lo que aseveramos. Ver The Logic of Scientific Discovery (New York, NY: Harper Torchbooks, 1968 [1959]).

3. Las ciencias sociales, en su necesidad de ser "ciencias", han experimentado con diferentes ideas, algunas veces algo extrañas. Claro, está el problema de si el estudio de lo económico, político o social puede llegar a ser científico, un tema amplio, complejo y fascinante (y, en tal, caso, qué de esas arenas o ámbitos puede ser analizado científicamente).

El behavioralismo no debe ser confundido con el behaviorismo (behaviorism), una corriente psicológica. Comparten el énfasis en lo observable, pero se centran en aspectos diferentes de lo real. Lo que importa en el behavioralismo es el comportamiento observable que ocurre en la "arena política", siendo que se ese comportamiento se reduce a sistemas y a procesos. En cuanto al comportamiento individual, no existe interés por las intenciones o las razones por las que se actúa, sino por obtener generalizaciones acerca de lo colectivo, es decir, generalizaciones de corte sociológico. Es una lástima que no se estudie la historia de la ciencia política, como sucede en economía. 

Para una visión general: J.W. Falter, "Behavioralism", en Smelser, Neil and Paul B. Baltes: International Encyclopedia of the Social and Behavioral Sciences (Palo Alto, CA: Elsevier Science, 2001), pp.1125-1128; o Bernard Berelson, "Behavioral Sciences" en Sills, David L. (Editor): International Encyclopedia of the Social Sciences (New York, NY: The McMillan Company and the Free Press, 1968), tomo I, pp.41-44. Para una visión más detallada, ver: John G. Gunnell, "The Reconstitution of Political Theory: David Easton, Behavioralism, and the Long Road to System", Journal of the History of the Behavioral Sciences, Vol. 49(2), 190–210 Spring 2013, y "Behavioralism", disponible en https://onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1002/9781118474396.wbept0078

4. La distinción entre ver y observar no es meramente lingüística, sino que responde a diferentes formas de tratar la información que se obtiene empíricamente.  

5. Una revisión, siquiera general, ayuda a corroborar que existen diferentes formas de entender el comportamiento y que incluso dentro de una misma escuela hay desacuerdos, por lo que resulta extraño creer que sólo una forma de entender el comportamiento pueda ser suficiente.

6. Los llamados cuatro temperamentos: colérico, flemático, melancólico y sanguíneo.

7. Adam Smith: The Theory of Moral Sentiments (Indianapolis, IN: Liberty Fund, 1982 [1790]). La primera edición es de 1759, pero Smith trabajó en esta obra hasta poco antes de su muerte, por lo que se considera que la sexta y última edición es la de referencia.

8. Se ha escrito mucho sobre esa obra de Smith, y su relación con la obra más famosa, The Wealth of Nations (1776).  Una visión general de la filosofía política y moral de Smith aparece en la Stanford Encyclopedia of Philosphy bajo "Adam Smith's Moral and Political Philosophy", disponible en https://plato.stanford.edu/entries/smith-moral-political/

9. El gobierno de López Obrador es ejemplo de la promoción de ideas realmente extrañas en estos temas, así que incluyo un ejemplo: Almaguer González, José Alejandro, et al.: La dieta de la milpa. Modelo de alimentación mesoamericana biocompatible (Secretaría de Salud), disponible en https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/98453/La_Dieta_de_la_Milpa.pdf 

Se puede consultar una versión breve, publicada en junio 4 de 2020 en la página de la Secretaría de Salud: https://www.gob.mx/salud/acciones-y-programas/la-dieta-de-la-milpa-244737

10. Fyodor Dostoyevsky: Crime and Punishment (New York, NY: Bantam Books, 1981 [1866]); Robert Musil: The Confusions of Young Törless (New York, NY: Oxford University Press, 2014 [1906]); Imre Kertész: Liquidación (México: Alfaguara, 2004); y así con muchas otras obras.

11. Georges Simenon, por medio del inspector (comisario) Maigret, resulta de gran interés por los dilemas éticos y morales que presenta. Tengo entendido que Hannah Arendt era asidua lectora de estas obras. Adicionalmente, Marcel Proust y James Joyce dejan constancia de todo lo que puede pasar en la cabeza de una persona, lo que hace interesante imaginar cómo veríamos el actuar de esa persona si no supiéramos algo acerca de esos procesos mentales.

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